Y como siempre, entre la conversacion (esta vez ya no en una cantina o en la playa sino en el hospital de neoplásicas) recitó un poema de sus escritores preferidos. Fue uno de Borges, pero de ese Borges ciego. Igual me repite que así como esta, o como estará, no dejara de tomar un par de copas de pisco.
(...)
Repito que he perdido solamente
la vana superficie de las cosas.
El consuelo es de Milton y es valiente,
Pero pienso en las letras y en las rosas.
Pienso que si pudiera ver mi cara
sabría quién soy en esta tarde rara.
viernes, 12 de agosto de 2011
Suscribirse a:
Entradas (Atom)